Carretera comercial de camino hacia Mar de niebla, Teleos. Año 573.
Compañia Rohirrim: Druso Iuventio, Cayo Julius, Numerio Helvetio y Vitelio Flavio.
Cayo, Druso, Numerio y Vitelio abandonaron el campamento de madrugada bajo la atenta mirada de Artorio para no despertar ni a Quinto ni a Elise.
Tras dos días de marcha, ya en la carretera comercial, Ewëna encontró un pueblo pequeño y Helvetio se acerco para proveerse de notcias, comida y algún que otro harapo para que el grupo pudiera cubrirse.
Al volver del pueblo Numerio hizo un escueto resumen a sus comapñeros:
-Un pueblo ilota, sin ninguna rareza, las pocas noticias que he sacado en claro ya las sabíamos, las fronteras cada día están más inestables, los teleucidas realizaron un baño tan sangriento el año pasado que este no saldrán. Aunque lo más probable es que sea porque la kripteya ya haya hecho limpieza, ya se ha llevado a dos pastores de este pueblo en la que va de año. Nada más, Estos harapos seguramente fueran de los pobres diablos que se llevaron los hombres de negro. (aunque su cara no muestra sus sentimientos estos quedan claros cuando escupe al suelo antes de alejarse)
Despues de la visita al pueblo, para Vitelio Flavio os días pasaban despacio acompasados por las canciones de viaje de Julius y por algunas noticas esporádicas provenientes de la retaguardia por parte de Numerio y desde la vanguardia por parte de Iuventio. Su ritmo constante, el buen tiempo de verano y la cautela ayudaban al grupo a evitar encuentros y pequeñas poblaciones siempre y cuando no fuera necesario abastecerse en ellas. Vitelio pasó las horas conversando con el único miembro hablador del grupo. Julio siempre tenía una historia que contar o una canción que cantar, cada una, mas inverosímil que la anterior.
Tras diez largos días de viaje sin ningún inconveniente y después de un par de días de lluvia torrencial la vanguardia y la retaguardia habían dejado de existir para fundirse con el grupo principal por temor a perderse. Por la mañana, la lluvia había cesado y el día era brillante, miraras donde miraras podías encontrar a la naturaleza mirándote exultante y refulgente a la cara. El buen humor había hecho mella en el equipo, que animados por los pájaros cantaban a coro una de las canciones más cantadas de Cayo. Por suerte, Ewëne ajena a las distracciones de la compañía bajó en picado para alertar una vez más a Helvetio de intrusos.
Unos minutos más tarde Druso volvía con información:
-Señores, (dijo con su ronca voz habitual mientras mostraba sus colmillos en una sonrisa ) la lluvia que vimos ha embarrado el camino y ha hecho encallar a una caravana de cuatro carros de un mercader, solo lleva un guardia y el solo no puede hacer nada. Las carretas están llenas hasta arriba pero no he podido ver su contenido lleva dos caballos por carro y cuatro de refresco. Parece que haya sido objeto de algún ataque con anterioridad, algunas de las velas que cubren el carromato están maltrechas.
Cayo que ha dejado de cantar imitando la voz ronca de Druso añade:
-Podría ser la oportunidad que andábamos buscando, comprar nuevas armaduras y quitarnos estas sucias ropas que no me favorecen (dice justo antes de estallar en una risa alegre y volver a su tono jovial) si mas no podremos ayudarle y sacarle un poco de información sobre el Mar de niebla, incluso ofrecernos como guardias.
Helvetio una vez ha escuchado la opinión de sus otros compañeros anota de forma clara y concreta:
-Hasta el momento no hemos tenido ningún inconveniente porque no hemos sido vistos, no me gusta tentar a la suerte pero parece un riesgo asumible, demasiado fácil a mi parecer.
10 comentarios:
Vitelio:
- Ningún mercader en su sano juicio viaja con un solo guardia por estas tierras... y si hubieran sufrido un ataque no tendría ningún sentido que hubieran dejado las mercancías, un guardia y al mercader con vida.
Dicho esto, Vitelio queda pensativo unos instantes y tras una breve mirada a Cayo Julius prosigue.
- Quizás hayamos sido demasiado confiados durante esta última parte del trayecto, sería conveniente que no vuelva a ocurrir. Druso adelántate al grupo y busca una ruta alternativa que rodee a la caravana y sea adecuada para los caballos, asegúrate tambien de que el supuesto mercader no haya dispuesto hombres en los bordes del camino. La lluvia a dejado el camino embarrado, tampoco te será difícil contar cuantos hombres y bestias han llegado con la caravana y rastrear cualquier otra cosa que no cuadre. Nosotros esperaremos aquí.
Mientras señalaba un espacio al borde del camino desde el cual se podian mantener fuera de las miradas de algún posible transeúnte.
- Numerio no estaría de más que cordaras tu arco.
Druso sin que parezca que haya oído tus instrucciones continua hablando:
-Por supuesto ya he estudiado la zona, no hay posibilidad de emboscada. El comerciante es demasiado viejo para representar un peligro y el guerrero está herido, su situación es tan precaria que he podido llegar hasta los carros, todos llenos, solo, de mercancías. Seguramente intentaron forzar el paso para llegar a Mar de niebla. Supongo que si pretende seguir su ruta hasta el norte y volver en invierno el paso estará impracticable, así que debería darse prisa, abastecerse y largarse antes de quedarse encerrado en Orkney durante el invierno.
-Si el objetivo es pasar desapercibidos, llegamos por sorpresa, los matamos y nos hacemos con lo que nos interese de la caravana, es una zona difícil de emboscar pero están muy mal protegidos, será pan comido -vaticina mientras escupe en el fango.
Helvetio guiado por sus principios se interpone entre Druso y Vitelio al tiempo que exclama:
-¿¡ Acaso no tienes principios!? Druso, espero que no creas en las palabras que pronuncias, ¡Somos Rohirrim! Y nuestro deber es proteger a los inocentes, no aprovecharnos de ellos. Entiendo que debamos ir armados- dice al tiempo que empieza a tensar su arco- y que debamos ser cautelosos –mirando de reojo a Cayo- pero por mi honor, no abandonare a un pobre mercante a su suerte.
Druso vuelve a escupir al suelo mientras mira a Numerio desafiándolo a cumplir sus palabras. En medio de la tensión, Cayo, vuelve a estallar en carcajadas y a refriar el ambiente:
-Señores, señores, por favor…Demasiados principios han abierto mi apetito y apenas tenemos comida. Debemos rellenar nuestras cantimploras, comprar unas cuantas raciones y un poco de vino tampoco nos iría mal, además, cada vez queda menos para nuestro destino y aun no nos hemos cambiado las armaduras. No hay motivos pues para temer acercarnos al pobre mercader. En fin, me da igual como lo hagáis pero ¡Por Jupiter! hacedlo ya, me estoy aburriendo.
Vitelio:
- Llevo algunos años pisando este mundo y nunca he conocido a un "pobre" mercader, hay algunos que venderían a su madre con tal de ganar una importante suma, así que estaos de gilipolleces. Sin embargo somos rohirrims y los ayudaremos, pues no nos han dado motivos para causarles ningún daño.
Una sombra de sonrisa asoma a los labios de Vitelio.
- Druso sube a tu caballo, Cayo Julio se hará pasar por "Carlo", el hijo de alguna familia noble de bajo estrato, sin importancia para nadie, y nosotros seremos sus guardaespaldas, así justificaremos ir bien armados.
Mira a Cayo Julio con rostro severo.
- Se escueto en tus explicaciones, le acompañaremos hasta Mar de niebla a cambio de comida, agua y si tiene armaduras tambien.
Helvetio responde raudo mientras el grupo se prepara:
-Unas espadas de alquiler llamaran menos la atención que el sequito de un noble. De esta manera no necesitaremos inventarnos ninguna historia ni ninguna casa mi señor. Y te aseguro que en tiempos de guerra hay espadas de alquiler para dar y tomar.
Dicho esto el grupo se pone en marcha poco a poco acercandose a la caravana
Vitelio:
Ríe
- ¡Vaya! Parece que Helvetio vuelve a tener razón, Cayo te tendrás que guardar tus actuaciones para alguna "dama" de Mar de niebla, lo siento.
- Vamos a ver qué necesitan, no bajeis la guardia.- dice volviendo otra vez a su tono serio e imperativo.
Casi antes de ver la caravana podeis escuchar los gritos del viejo mercader, cuando llegais a su altura trada un rato a reparar en vosotros mientras sigue chillando:
-¡Nunca compres nada en Tharband, si no te toman el pelo, te dan cosas que no valen para nada!
Después de veros sigue enfadado y refunfuñando pero baja su volumen:
Buenas señores, que les trae por aqui? Me gustaria seguiros al paso y disfrutar de tan segura compañia ¡Pero algun cretino de Tharband se le ocurrió venderme, a mi, Targgat Noyle, una rueda en mal estado! Si me ayudais compartire con vosotros mi vino, mi pan, mi saber y lo que tenga en la trastienda. Por favor necessito llegar a tiempo a Mar de niebla.-Sus ultimas palabras tienen mas de gemido que de grito.
Los compañeros observan la reaccion de Vitelio para imitarle al instante.
Vitelio:
- ¿Qué le ha ocurrido, sólo una rueda en mal estado? Veo a vuestro acompañante herido y la tela de los carros rasgada. Es imprudente ir por estos caminos, en estos tiempos, tan poco protegidos teniendo en cuenta la cantidad de carros que transportais. Contadme lo que ha sucedido y tal vez accedamos a acompañarte, nuestras manos están a disposición de aquél que pueda llenarlas con lo que nos interesa, no estamos aquí para hacer ningún juicio. ¿Alguien ha osado heriros?
Targgat os cuenta brevemente que ha sido asaltado varias veces en el transcurso del viaje y que el guardia es lo que le queda de su maltrecha guardia. Que no a querido volver para comprar más protección por le caracter urgente de su viaje (que ya dilucidó Druso) y que accedera a pagaros 25 piezas de plata por cabeza para que le lleveis hasta Mar de niebla.
Vitelio:
Tras hacer una mueca Vitelio se dirige al mercader.
- Aceptamos las 25 monedas, pero nos irían bien unas armaduras nuevas, estas están un poco maltrechas... ¿Puedes ofrecernos algo mercader? Dime que mercancías llevas y podríamos ofrecerte un precio razonable.
Después de que Cayo no pudiera rebajar el precio que había impuesto Targgat, Vitelio y sus hombres se equiparon con las nuevas armaduras que ofrecían mayor movilidad y menos protección. Helvetio se deshizo de las viejas ocultándolas lejos del camino, cuando volvió, el grupo ya había desembarrancado la carreta y estaba en marcha. Quedaban unos cuatro días para llegar a Mar de niebla y, poco a poco, se iban notando los cambios en el paisaje.
Publicar un comentario