Campaña de Arquitas (VII)

La jarra de Stapel, Padie 17 de la Luna de la Pesca 577 año del final.

Corría el último trimestre en la universidad, la puerta de la Jarra se abrió y por ella entró un Arquitas exhausto. Se dejó caer en una mesa, le dolía todo el cuerpo, cuando le trajeron la cena y una jarra de Stapel no se molestó en levantar la cabeza, estaba cansado y sabía a quién no vería si levantaba la cabeza.

Aunque empezaba a disfrutar de aquél deporte, los entrenamientos aun le agotaban. Aun de vez en cuando sus amigos le recriminaban su comportamiento a lo largo del festival, centrado sólo en entender el juego, hasta que el último día posible entro en el campo dispuesto a dejar huella. Es cierto que no destacó demasiado por su juego, pero se ganó el ingreso de sobra al romperle la nariz a un corredor del equipo contrario (aun recordaba su vestido verde, la arpía que lucía en su pecho y su sonrisa burguesa.

La semana siguiente de Ieneïe a Jeonu se los pasó buscando a la eladrin en todos los momentos libres, pero como en otras veces no hubo suerte. Kez fue al palco con Rose y Jory, pero de nuevo no pudo estar para ellos, desde algún sector del público y mediante un vínculo mental alguien llamado Radagast mantuvo una conversación con él. (Sí, soy Arquitas, he vencido allí dónde vosotros fracasasteis, tengo el libro en mi posesión y no me escondo ante vosotros. Quizás podamos ayudarnos mutuamente.

El conde Svoglia a su vez también recibió una carta de Arquitas: Muy honorable señor cande Svoglia, me gusta mi nueva túnica negra, me sienta bien el color. Pido disculpas por negarme a realizar su encargo, hacía pocas horas que acababa de salir de un foso en el que había estado encerrado durante tres largos días. Le ruego que me perdone, me gustaría hacerle saber que siempre que no entrañe ningún peligro físico para mi salud estaré dispuesto a seguir trabajando con usted ya que ha demostrado aprecio por mi persona y gratitud en el reembolso de los contratos.

Las clases ya habían empezado y los contactos daban su fruto, aunque de la forma más inoportuna. Svolgia le había contestado la carta, en su contestación había una dirección y un nombre, Svoglia tenía una casa en la ciudad y a partir de ahora se citarían en ella, el próximo Kez le rogaba su visita.

Radagast y Arquitas también habían mantenido más conversaciones a distancia, Radagast no había mostrado interés en la recuperación del libro, le habló de una cueva a las afueras de la ciudad y de una lago que había en ella, le pidió que arrojara allí el libro. Según Radagast en aquella cueva solo se podía entrar los kez de cada semana y en cuanto lo hubiera hecho Arquitas sería considerado digno de su confianza y sus conocimientos

Aquella noche Arquitas estaba demasiado cansado para pensar, ya decidiría que hacer por la mañana, se fue a dormir pasando sin mirar por la puerta verde.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Cuando Arquitas despertó a la mañana siguiente aun notaba las magulladuras en su cuerpo. De momento no estaba dispuesto a entrar otra vez en un lugar oscuro y peligroso, había muchos Kez por delante, sin embargo la cita con Svoglia ya estaba marcada. Decidió acudir a la llamada del conde vestido con el sobretodo negro. Le interesaba lo que aquel hombre pudiera ofrecerle y de momento no lo molestaba seguir manteniendo el libro bien guardado. Los rebeldes debían entender que no era una herramienta que utilizar sino un potencial aliado que podría reportarles demasiadas cosas buenas en el futuro como para echarlo a perder.

A partir de esa semana dejó de buscar inútilmente a la Eladrín para dedicar su tiempo libre a hojear el libro del mago azul. Quizás pudiera aprender algun hechizo por su cuenta. (Brillo?)