El primer día de la luna de la Pesca se mostró limpio y pontente ante Arquitas, el día anterior había llovido, algo normal en la época de las lluvias y los sonidos los colores y la vida animal rebosaba de energía. Un carruaje de Svoglia con un conductor mudo llevaba a Arquitas con los ojos vendados en algún punto a las afueras de Mitala.
Arquitas había aceptado el encargo del conde, el estudio de unas ruinas,
que parecían ser la tumba de Arioch (una antigua reencarnación en Faraland de
uno de los diablos que habitaban el plano de Jeonu) y aun estando vendado pudo
formarse una idea aproximada del camino que había seguido el carruaje.
A lo largo de la tumba, dividida en tres estancias, descubrió la vida de
Arioch y lo que había ido a recoger por el conde, el libro de Arioch, en el había
el ritual mediante el cual se obtenía poder con el sacrificio de elfos.
En la primera habitación se enfrento a los acertijos del espíritu guardián de Arioch, en la segunda recorrió a ciegas un laberinto lleno de trampas y foso perseguido por un cubo gelatinoso y enfrentándose al final, con el espíritu guardián en combate mágico.
La última sala que encontró estaba
repleta de trampas de cuchillas, dardos venenosos y fuego alquímico y más fosos
con estacas pero parecía que alguien había desactivado todas las trampas. A
pesar de ello no consiguió saltar los fosos y cayó en uno de ellos, no logró
salir de ninguna de las maneras y desesperó durante horas en el fondo oscuro y
húmedo, eso le marcó profundamente.
Al final pudo salir a duras penas y llegó al centro de la estancia
(construida en espiral), Allí encontró la tumba de Arioch y su libro. Pero en
esa misma sala también había un joven inerte con una nota en la mano.
El joven iba vestido con una túnica azul, un pañuelo lila, y la misma boina
roja que había visto a la Eladrín morena de la posada. Además poseía un libro
de magia, también azul, y una entrada para el teatro. Arquitas se quedó con
todas sus posesiones, pues ya no le servirían, y cogió el libro de Arioch.
Antes de volver a salir de la cripta pensó en sus posibilidades y en el mal
que podría causar ese libro, intentó quemarlo y cortarlo pero estaba protegido
por una extraña fuerza, así que decidió quedarse en silencio dentro de la tumba
durante dos largos días con la esperanza de que le dieran por muerto.
Al cabo de dos días salió en plena noche i fue solo hasta Mitala, hasta su
habitación para dejar el libro y todo lo que había encontrado en las ruinas
bien guardado. Con intención de ir a ver a Svoglia después.
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