Campaña de Arquitas (II)

Posada, barrio universitario, Mitala. Taoggie 8 de la Luna del Lobo 577 año del Final.

II
Una ilusión por tres deseos


La tarde siguió a la mañana, la luna al sol, el lila al rojo y después llegó el negro y la noche. En la posada, un grupo de estudiantes rompía con el silencio de susurros que cubría la ciudad. Las canciones i las palmas bailaban al son de las bebidas que se deslizaban por la barra. Arquitas jugaba distraído con un plato de sopa mientras con sus ojos verdes buscaba una sonrisa roja, un mechón negro o unos ojos violetas…
No había podido convencer a Jory para que se quedara a cenar, en una semana tenía exámenes de recuperación y no podía olvidarse de ellos ni un momento. La tarde pasó tranquila y sin sobresaltos, aunque Arquitas no consiguió ningún libro afín a sus necesidades si que reunió un poco de información sobre la ciudad y casi nada de la chica morena de la posada, por no tener no tenía ni su nombre.


La tarde murió con el abrazo púrpura de la noche i el guiño de la luna delgada y aguda aquella noche en un cielo estrellado y claro. Aquella tarde, para Arquitas, el cielo solo era un recordatorio de la noche, pues a la cena debían esperarle aquellos ojos del color de la noche para ayudarle a escribir la carta de presentación a la universidad.


Sin embargo, la sopa ya estaba fría y el joven seguía solo en la mesa, alicaído, había guardado el papel y la pluma, la ilusión de la tarde y una de sus mejores sonrisas en un bolsillo de su mochila. Por suerte o por desgracia, el aspirante a universitario se alojaba en esa misma posada donde cada habitación tenia un color y un nombre, su habitación se llamaba Noche y era lila, lila oscuro… Sabiendo que no podría dormir, se acercó a la barra con otra de sus sonrisas y espero resuelto a que una camarera lo atendiese.


Asombrado por la belleza de todas las camareras del local e impulsado por el alocado sueño de cualquiera, mientras esperaba, pensaba en alguna frase que le convirtiera en el cliente más original del lugar. Antes de que la camarera reparase en él, alguien pago una ronda para todos y a su mano llego una jarra de metal espumeante. Al tiempo que por fin una camarera se dirigía hacia él, cogió la jarra con sutileza y se la llevó a los labios, como distraído, esperando poder invocar su sonrisa y su mirada al tiempo que llegara la tabernera y centrar toda su atención. Pero aquello que se llevo a la boca no era cerveza, ni nada parecido, como el peldaño que esperas al final de la escalera y que ya no esta, la sorpresa fue tal que se atraganto en el intento de saborear aquello, al mismo tiempo, su cara reflejaba su sorpresa y sus manos alejaban la jarra de su boca dejándola con un golpe en la barra. 


Si el sonido de la posada ya combatía el silencio que habitaba en la mayor parte de la ciudad, el estruendo que hubo en aquel momento lo rompió y lo hizo añicos. La gente se agolpó entorno a Arquitas riendo y intentando brindar con el mientras la camarera hacia sonar una campana y anunciaba que había un nuevo estudiante en la posada. Abrumado por tantas jarras, cuando notó que alguien le alejaba del jaleo se dejo llevar, y sin saber como ni porqué se encontró sentado en una mesa de una esquina , con dos jarras, la boca abierta y una persona al lado.


-Así que acabas de llegar eh? Tranquilo, se les pasará, ya es una costumbre por aquí, no te esperabas esto eh? jajaja, se llama stapel ya te acostumbraras.


Arquitas se llegó la segunda sorpresa de la noche al descubrir que aquella voz era femenina, y recuperando la compostura, se acerco la jarra a la boca para tener una escusa para levantar la vista y poder fijarse en su nueva compañía. A primera vista vio un rizo rojizo, una sonrisa relajada, un cuerpo delgado y se perdió en unos ojos claros:


-Si llegué ayer, pero no se me ocurre ninguna excusa lo suficientemente bueno para no haberte visto antes- dio un sorbo- stapel… supongo que podría acostumbrarme, pero preferiría acostumbrarme a tu nombre… Me llamó Arquitas ¿y tu?


Cuando consiguió alejar su vista de aquellos ojos marrones claros tranquilos y sonrientes, le descubrió al rostro claro una cascada de fuego que intentaba retener de forma poco conseguida en algo que parecía un moño derrotado. y la chica rió, la risa de aquella chica le gustó, era una risa a la que no le importaba ni el entorno ni lo que trasmitía, era una risa clara y abierta, una sonrisa que hablaba de un juego. Mientras reía dejo de recostarse y se acerco su jarra a los labios y jugando con ella dijo:


-Rose, me llamó Rose…


Y Mientras Rose bebía, algún estudiante se atrevió a sacar su laúd y empezó a cantar, Rose abrió los ojos dejó de golpe la jarra sobre la mesa y su espuma mojó a los dos por igual, cogió de la mano a Arquitas tirando de él, y dándole la tercera sorpresa de la noche, le sacó a bailar mientras aquella curiosa chica que apenas le llegaba al pecho, cantaba y reía al son de la canción.


1 comentario:

Anónimo dijo...

Arquitas:

Ella tira de mí y sin darme cuenta ya estoy en el centro de la estancia, la música nos envuelve como una burbuja. Es de esas canciones que me gustan, de las que puedes cantar como si le estuvieras susurrando una verdad al oído. Como si hablara por los dos.

Su cintura se mueve despacio, pero ágil, entre mis manos y mis pies intentan seguir a los suyos (bailar 82/14) pero me es imposible y me contento con que no le molesten demasiado. Su tacto es agradable y templado, se acerca un poco más a mí mientras intento cantarle como la he echado de menos.. pero al levantar la mirada (Otear 01/35) veo a tres jóvenes apoyados en la barra haciéndose bromas a mi cuesta y detrás de ellos…

Veo a la Eladrin como a un débil y fugaz cometa púrpura en la mas escura noche, el frío del exterior me llega cuando ella cierra la puerta. Se dirige a la barra y la pierdo detrás de esos gilipollas. Antes de volver a bajar la mirada la veo otra vez, como una breve sombra, subiendo por la escalera con un llavero verde oscuro.

La música se me antoja muy lejana ahora y la muchacha pelirroja ha perdido su fuego. Intento decirle algo bonito (habla fluida 96/34) pero no se me ocurre nada y me despido torpemente.

- Perdona, tengo que irme, gracias por todo.- Le doy un beso en la mejilla y noto su ardor.- Espero que nos volvamos a ver.

Contesta algo que se pierde entre la música y no alcanzo a oír, aunque aún la tengo entre las manos. Paso por delante de esos tres y los ignoro deliberadamente… no salgo ganando nada. Me muerdo la lengua y me dirijo a las escaleras. Subo los peldaños rápidamente y una vez arriba inspiro profundamente.

No pienso que voy a decir ni hacer, no hay tiempo, noto el pulso en mis oídos cuando mis nudillos rozan tres veces una puerta con el marco verde oscuro.

Rose es juguetona, muy guapa, cálida y agradable.. pero me ha concedido su nombre, una sonrisa y un baile en una sola noche… La mujer que estaba tras esa puerta, sin embargo, nunca había estado entre mis brazos ni me había concedido un baile. Pero me había dejado con una pregunta, una promesa y un deseo… y por eso estaba aí delante esa noche.