Campaña de Arquitas (I)

Fortaleza Svoglia, Mitala. Taoggie 1 de la Luna del Lobo. 577 año del Final.

I
Mitala, una ciudad con muchas puertas.

- Mitala…
El tercer hijo de un mercader movía metódicamente un copa de cristal con dos dedos de vino tinto.  La luz de un gran candelabro bañaba las estanterías llenas de libros desde la mesa, arrancaba destellos carmesís a la copa y se difuminaba antes de llegar al techo. El susurro apenas había roto el silencio.
Donato Svoglia observaba complacido al invitado, había que reconocer que el joven sabía comportarse,  había comido con delicadeza, había probado el vino y ahora se detenía a observar el fino relieve de su copa. Quizás se encontrase pequeño ante tanta opulencia, pero esa era precisamente la idea. Dejo pasar unos segundo más, como jugando con una mariposa entre sus manos antes de cerrarlas con fuerza, cogió aire y dejo escapar su discurso salteado de sonrisas como postre.
Si alguien más hubiera estado en la sala, habría advertido que el muchacho parecía absorto, quizás aburrido, que apenas había comido y bebido y que las puntuales sonrisas con que agasajaba al anfitrión distaban mucho de ser las de un muchacho tímido y inocente, empequeñecido antes los detalles de un gran señor.
 La verdad es que Arquitas sabiendo ya lo que iba a proponerle Donato, aun tenía en la cabeza y el estómago, las cuatro jarras de cerveza, el pollo, el queso y la fruta que había compartido con Ciclíades, mientras aquel ilota le contaba todo lo que había que saber de Mitala.
-          Mira chico,-le dijo- a Mitala podrás entrar por muchas puertas, pero una vez elijas una, difícilmente saldrás por otra.
Hasta el momento ya contaba tres puertas, aceptar la oferta de Ciclíades, contrabandista de alimentos para dar de comer a los pobres, aceptar la oferta de Donato, tenerlo a él como mecenas o  eligirse a él mismo y no labrarse una reputación antes de llegar.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Arquitas era conocedor de la delicadeza de su situación.

Su hermano confiaba en él para que hiciera notables progresos en la universidad durante el primer año, solo disponía del dinero que le pudiera mandar Aetos, sus padres desconocían su paradero y, por si fuera poco, la ciudad vivía tiempos difíciles y peligrosos.

Pero el ilota tenía razón, Arquitas no quería significarse con nadie hasta que conociera mejor la ciudad y su ecosistema, y aunque el dinero de Donato podía venirle bien no quería deberle ningun favor a nadie.

Declinó la oferta de Donato educadamente y con sumo agradecimiento, alegando que no quería ser una carga y que de momento podía hacerse cargo de sus estudios. De todos modos le aseguró que si necesitaba su ayuda ya fuese por alojamiento o recursos se lo haría saber.

Le pagó la cena y posteriores cervezas al ilota y pese a su negativa de participar en el contrabando le deseó suerte en sus andanzas.

Y finalmente llegó a Mitala, entró por una de las puertas más cercanas a la universidad, la que en aquella hora de la mañana estaba menos agitada, y se dirigío hacia las murallas interiores que guardaban el barrio estudiantil.

Arquitas dijo...

Tres horas más tarde se encontraba en su habitación, sentado frente al escritorio, tratando de encontrar la mejor manera de escribir su carta de presentación para la Universidad.

Había alquilado esa estancia en la posada más cercana a la secretaría de la Universidad, un alumno llamado Jory le aconsejó que se pasara por allí ya que era donde se concentraban una buena parte de los estudiantes para celebrar el fin de los exámenes... Jory había suspendido los suyos así que estaba decaído y fue amable aunque parco en palabras. Arquitas le deseó suerte y le dió las gracias... Pero faltaría a la verdad si dijera que fue el consejo de Jory lo que le convenció para alquilar la habitación, en realidad el motivo por el cual decidió hospedarse allí fue la emoción que le produjo comprobar que todas las camareras de la taberna eran Eladrines. Nunca antes había visto esos seres de naturaleza feérica y eso le cautivó especialmente.

Así que allí se encontraba, delante de un papel en blanco, pensando en cómo redactar bien su texto mientras trataba de olvidar, por un instante, la imagen de esa Eladrin morena de ojos purpúreos que le había dado algunos consejos para empezar bien el curso.

Sabía que era una tarea imposible, y el color violeta de la estancia lo hacían más difícil todavía, así que se relajó y abrió la ventana que daba a un pequeño balcón. La habitación se encontraba en un segundo piso y poseía un balcón con vistas a la plaza que había delante de la Universidad. Se encontraba en la esquina del edificio, la más apartada del bullicio, y eso le reconfortaba de alguna manera ya que se sentía más recogido.

Observó durante un largo rato el ir y venir de los estudiantes cuyos pasos cada vez eran más zigzagueantes y recordó el ambiente tenso que había encontrado más allá de los muros de la barrio estudiantil, era evidente que era una ciudad peligrosa aunque ese barrio parecía una burbuja. No le gustaba demasiado el contraste de aquel lugar ya que le daba la impresión que la única persona sensata del lugar precisamente era Jory, el alumno poco aplicado. Los demás estudiantes iban vestidos con túnicas de colores y sombreros de magos como los que utilizaban los artistas en sus representaciones, parecía como sí se estuvieran refugiando de las aflicciones del mundo real tras la puerta de la locura.

Cuando empezó a coger frío volvió a entrar i cerró bien la ventana, se puso el abrigo y salió en busca de alguna librería donde poder encontrar algo que pudiera ayudarlo a mejorar su caligrafía. Decidió que después de eso volvería para comer y se pasaría la tarde intentando hacer su carta de presentación, o en su defecto un borrador aceptable.

Arquitas dijo...

Arquitas:

Bajo a la planta inferior y doy una ojeada al local buscando a la Eladrín morena pero no hay ni una mesa libre y no consigo encontrarla.

El olor a vino especiado y el calor de la taberna se cortan de golpe cuando salgo a la calle mientras una ráfaga de viento me agita el sobretodo. Veo grupos de jóvenes paseándose por la plaza con bebidas en las manos y hablando a gritos, en otra ocasión me sumergiría en la fiesta pero hoy no.

Me dispongo a ir en busca de los libros cuando Jory aparece de detrás de la fuente con cara de preocupado y un papel entre las manos. Me acerco.

- Hola Jory, tengo pensado tomar en préstamo algunos libros y he pensado que podrías ayudarme.

Tarda unos segundos en reconocerme.

- Arquitas, veo que no pierdes el tiempo...

Parece contrariado hasta que una idea cruza su cabeza.

- Solo los alumnos de la Universidad pueden tomar libros en préstamo y comprarlos es muy caro. Pero conozco un sitio fuera del barrio estudiantil donde puedes conseguir algunos a buen precio, ahora me dirigía allí.- Dice mientras agita el papel que aún conserva en la mano.- ¿Quieres acompañarme?

Aunque sé que es peligroso salir del barrio estudiantil decido ir con Jory a por los libros. No tengo intención de gastarme más de 6 peniques para mejorar la caligrafía hasta que haya pagado la matrícula entera pero quiero ganarme su simpatía para un futuro.

Parece que conoce un poco la ciudad y aprovecho el camino para preguntarle acerca de los grupos de personas ataviadas con distintos uniformes y colores, le pido algún consejo para guiarse por Matala y abordo el tema de la Eladrín de mirada púrpura con cautela por si puede darme alguna información más de ella.